Sala de partos
El trayecto hasta el hospital fue un torbellino de semáforos y ruidos urbanos. Sean sostenía la mano de Maggie, apretándola con consuelo, mientras navegaba por el tráfico de primera hora de la mañana. Al llegar, el personal del hospital los condujo rápidamente a la sala de maternidad. La sala de partos era estéril y olía a antisépticos, en marcado contraste con la vida que estaba a punto de desarrollarse en su interior.
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