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Seis horas
Después de seis agotadoras horas, el sonido que habían estado esperando llenó la habitación: el llanto de un recién nacido. Minutos después, otro llanto resonó, armonizando con el primero. Sus gemelos habían llegado. El alivio y la alegría fueron abrumadores. Las lágrimas de felicidad fluyeron libremente, mojando las mejillas de ambos padres. Maggie cogió a sus bebés en brazos por primera vez, envueltos en suaves mantas.
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