En un pequeño y lejano pueblo, junto a un gran y viejo bosque, había un guardabosque llamado Harold. Era un hombre de pocas palabras, al que le gustaba estar solo, y cuidaba del bosque todos los días. Se aseguraba de que los caminos fueran seguros y estuvieran limpios, y de que las plantas y los animales estuvieran bien. La gente llevaba muchos años contando historias sobre este bosque, historias emocionantes y un poco aterradoras.
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