Pies mojados
“¿Quién está ahí? ¿Quién está ahí?” dijo la voz que ahora no estaba tan lejos. Venía de ese mismo espacio. Bien, me mojaré los pies, pensó Harold. No lo dudó un instante, atravesó el agua con paso firme y abrió de un tirón la puerta del otro lado del pasillo. “Qué negocio tiene una mujer en un lugar tan vil”
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