Otra vez esa voz
La voz que oyó Harold era ahora claramente audible. “¡Hola, estoy aquí! ¿Puedes oírme?”, gritó una voz asustada. Harold estaba cerca ahora y tenía que ser capaz de encontrar a la persona rápidamente. A medida que subía por las aberturas, su corazón empezó a latir más deprisa. Cuanto más se adentraba en el complejo subterráneo, más frío y húmedo se hacía.
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