Desescombro
Juntos empezaron a retirar los escombros, pieza a pieza. A Harold le dolían los músculos por el esfuerzo, pero no podía permitirse parar. A medida que avanzaban, por fin pudieron ver una pequeña abertura. Harold se asomó por ella y vio a un hombre tendido en el suelo, cubierto de polvo y sujetándose la pierna en señal de agonía. Gruñía pero sonreía, porque ahora también podía ver a Jung.
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