Al límite
El Sr. Saito tenía razón al pensar que a Hina no le gustaría su idea. Estaba nerviosa desde que alguien había entrado en su casa. Incluso pasear de noche por su propio barrio la asustaba. Ahora, ¿esperaba que fuera a la parte más sombría de una ciudad desconocida? El Sr. Saito le explicó que a él tampoco le gustaba, pero que era la única forma de encontrar la estatua. “También podemos dar la vuelta”, sugirió.
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