¿Era ella?
Por un momento, Hina pensó que estaba a punto de sufrir un infarto. El corazón le palpitaba en la garganta mientras era incapaz de moverse. Intentó encontrar al Sr. Saito con la mirada, pero no lo veía. Su mente se aceleró mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. ¿Era esto? ¿Todo por culpa de una estatua? Entonces oyó la voz de la persona a la que pertenecía la mano. “Ven conmigo ahora”, le instó el Sr. Saito.
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