Conseguir la estatua
Los delincuentes no sabían que las negociaciones no eran más que una distracción para mantenerlos ocupados. Mientras el anciano negociaba, Hina llamó a la policía y les contó exactamente lo que estaba ocurriendo. A medida que pasaba el tiempo, Hina se ponía cada vez más nerviosa, pero entonces oyó las sirenas. Los ladrones entraron en pánico, pero ya era demasiado tarde. Los detuvieron y, antes de que Hina se diera cuenta, ya tenía la estatua en sus manos.
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