Trabajo en equipo
Pero esta vez no estaba solo para levantar al potro del suelo. No era un humano quien le ayudaba, sino un fuerte caballo salvaje que confiaba plenamente en Robert. Robert vio cómo la yegua madre levantaba con cuidado la cabeza del potro del suelo, igual que había hecho él antes. Ahora Robert pudo volver a aplicar la cuerda y levantar al potro de nuevo en sus patas.
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