Calor en el exterior
El potro se acurrucó contra él, sintiendo que no quería hacerle daño. Robert sabía que no podía dejar al potro en libertad, expuesto a los peligros del campo abierto. Además, aquel día hacía más de 40 grados y no había sombra a la vista. Tuvo que trasladar al caballo. “¿Por qué no hay gente aquí que pueda ayudar?”, gritó.
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