De frente
“¿Puedo ayudarle?”, preguntó la joven. Henry estaba tan sumido en sus pensamientos que ella le sobresaltó, a pesar de que había sido él quien había llamado a su puerta en primer lugar. Se quedó mirándola un rato, sin saber qué decir. Decidió ser directo. Henry le explicó que le encantaba el olor de su tarta y que le gustaría saber la receta. Sin saber que su respuesta le escandalizaría.
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