Alcanzarlos
El fotógrafo llegó hasta los hombres, pero se mantuvo a una distancia prudencial. Porque sabía el peligro que acechaba en aquella hierba alta. Dijo corre una última vez, pero ya era demasiado tarde. El crujido de los arbustos y las salpicaduras del agua se convirtieron en movimiento visual. Se les erizaron los pelos de la nuca y sintieron que el sudor les brotaba de la frente.
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