Sobras de cocina
Al final, Sarah se fijó en él porque no parecía mendigar. Entonces él le dijo que le gustaba estar allí. A Sarah le resultaba duro ver a un hombre viviendo así y sintió que tenía que hacer algo para ayudarle, así que le llevaba las sobras de comida de la cocina todos los días después de terminar su turno. Recordó el primer día que lo conoció. Llevaba ya varios años trabajando aquí.
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