De incógnito
En los días siguientes, Sarah hizo todo lo posible por seguir con su rutina habitual y actuar como si no hubiera pasado nada. Pero mientras tanto, observaba sutilmente todo lo que ocurría. Sarah anotaba todo lo que veía, cada movimiento, transacción o reunión de aspecto extraño con susurros silenciosos. Y al final de cada turno, entregaba a Tom todo lo que había reunido con sus sobras, sin saber lo valioso que sería.
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