Allí sentada
Le encantaba su trabajo, la gente con la que trabajaba y los clientes habituales que venían a diario. Siempre había sentido que formaba parte de una comunidad y una familia, y que su trabajo era algo más que servir comida. Sarah se sentía como en casa en su trabajo, algo que apreciaba mucho. Un día, mientras descansaba fuera del restaurante, vio a un hombre sentado en la acera, apoyado contra el edificio.
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