Como siempre
Sarah sintió que algo iba mal, pero el cliente y su jefe ya la habían visto acercarse, así que no podía darse la vuelta. Preguntó amablemente al hombre si se había equivocado con la propina, pero él respondió con rudeza. “Hazlo como siempre”, gruñó mientras la despedía. La mente de Sarah iba a toda velocidad. Estaba preocupada y sabía que tenía que salir de allí. Era información que Tom necesitaba. Pero entonces…
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