Llamada
Sarah pensó que había engañado a su jefe y quiso marcharse. “Bueno, éste era mi turno. Hasta mañana”, dijo tranquilamente mientras se daba la vuelta. Pero su jefe la llamó con tono enfadado. ¡La había visto hacer la foto! El pánico se apoderó de su cuerpo y echó a correr. Su corazón se aceleró. Sabía que tenía que escapar y entregar la foto a Tom. ¡Tenía que hacerlo!
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