Por fin dentro
“Tenemos que hablar, Carol”, le dijo, con voz firme. “No puedes seguir ignorándome. Actúa como si no existiéramos” Tras un momento de silencio, Carol se apartó de mala gana, permitiendo que George entrara. Se sentaron en el salón de ella, con la tensión inundando el ambiente. “¿Por qué estás enfadada, Carol?” Preguntó finalmente George, rompiendo el silencio. “No es asunto tuyo”, replicó Carol, con tono glacial. Pero George no se dejó disuadir.
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