El misterio se profundiza
Pero la serenidad se rompió cuando sus ojos se posaron en un lugar insólito. Allí, en el borde del jardín, había un agujero, un cubo perfecto cuyas aristas formaban un ángulo agudo de 90 grados. Jane se acercó con cautela y su mente era un torbellino de pensamientos. Ningún animal podría haber cavado un agujero tan preciso. La perfección de los ángulos y las aristas sugería la intervención humana.
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