Pillado in fraganti
“¿Haciendo agujeros en mi jardín? Su voz era dura, como de acero. Los chicos arrastraron los pies, incómodos bajo su intensa mirada. “¿Podemos… ¿Podemos sentarnos y explicárselo?”, preguntó uno de ellos, con voz trémula. El primer instinto de Jane fue negarse. Sintió una oleada de ira ante la audacia de aquellos chicos, pero la curiosidad se impuso.
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