Anciano
Pero la voz era tranquilizadora y calmó sus acelerados corazones. “No tengáis miedo. No os haré daño. Antes intentaba llamar vuestra atención y esperaba que me siguierais” Al darse la vuelta, vieron a un anciano de pie. Era pequeño, de unos 60 años, con los pies descalzos y la ropa harapienta. Se sentaron alrededor del fuego mientras el hombre contaba su historia.
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