Breve separación
Tras quince minutos de intensa observación, el agente Hernández levantó por fin la vista. Sus ojos oscuros se encontraron con la mirada colectiva de los petrificados presentes en el salón. “Tengo que investigar esto más a fondo”, dijo, con voz severa. Con el misterioso objeto a buen recaudo en una bolsa de pruebas, se retiró a una habitación privada, dejando atrás un salón lleno de aprensión.
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