Regreso inesperado
Justo cuando las especulaciones alcanzaban un tono febril, el agente Hernández volvió a entrar en la sala llena de tensión. Tenía una extraña sonrisa en la cara, un marcado contraste con su anterior actitud severa. En la sala se oyó un grito ahogado. La visión de un Hernández sonriente era más desconcertante que cualquiera de las descabelladas teorías que habían estado discutiendo.
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