Algo se mueve
Una vez más, los ojos de los turistas siguieron el dedo que señalaba Simón. Algo se movía, una silueta lejana que rompía la tranquilidad del agua. La luz menguaba, lo que dificultaba distinguir la forma, pero a medida que la barca continuaba su viaje hacia la misteriosa forma, ésta se hacía cada vez más clara. Era el cocodrilo. Su cuerpo vasto y robusto flotaba en la superficie, con los ojos brillando a la luz del sol moribundo.
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