El regreso del cocodrilo
Al darse cuenta, el grupo sintió una oleada de emoción, pero esta vez era diferente. El rostro de Simón se había tensado y su actitud despreocupada había sido sustituida por una inquietante vigilancia. Sabía que los cocodrilos no solían seguir a los barcos. Sin embargo, allí estaba, a unos 15 metros de distancia, claramente visible para todos a bordo. Los turistas observaban atónitos, con sus smartphones captando el desconcertante espectáculo del cocodrilo.
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