Barco tambaleándose
Las cámaras y los teléfonos se soltaron de las manos y cayeron a la cubierta, olvidados ante el aterrador espectáculo. Cuando el barco se estabilizó, todos quedaron conmocionados, con el corazón palpitando en el pecho y la adrenalina corriendo por sus venas. Simón recuperó rápidamente la compostura, lanzando una mirada preocupada hacia el agua ahora quieta. El cocodrilo había vuelto a desaparecer, dejando tras de sí una calma silenciosa y espeluznante.
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