Una promesa de despedida
Con un profundo suspiro, Simón volvió a encender el motor del barco, cuyo bajo zumbido resonaba ominosamente en la inminente noche. “Muy bien, todo el mundo”, dijo, forzando una sonrisa. “Suficiente emoción por hoy, ¿no creen?” Hubo risitas débiles, pero la risa no les llegó a los ojos. El barco comenzó a moverse de nuevo, las aguas turbias se separaron ante él, su destino era ahora la seguridad del muelle.
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