Vamos
Porque, por alguna extraña razón, su nueva perra parecía conocer bien el bosque. No paraba de tirar de la correa. No para escapar, sino casi como si quisiera enseñarles algo. Al final, la familia cedió y dejó que la perra les guiara por el bosque. Tras una hora de camino, llegaron a un claro que nunca habían visto. En el centro había un árbol con un hueco debajo.
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