Amigos íntimos
Con el paso del tiempo, Tom y Lucy se hicieron más amigos. Los dos dormían juntos la siesta en las tardes perezosas y ponían patas arriba la sala de juegos los fines de semana locos. Cuando llegó el momento de que Tom fuera a la guardería, le rogó a su madre durante días que le dejara llevarse a Lucy con él, pero, por desgracia, no era una opción. Así que Tom miraba el reloj como un halcón, contando las horas que faltaban para poder volver a casa.
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