Con el corazón roto
“¡Lucy!”, resonó su vocecita en el bosque, pero no hubo respuesta. Al final, la familia regresó a casa y a Tom se le rompió el corazón. Se sentaba fuera durante horas, llamando a la perra y esperando que volviera. Tom no podía entender cómo su querida perra podía desaparecer así. Unas semanas se convirtieron en un mes y la esperanza de Tom se desvaneció. Sus padres intentaron consolarlo, pero nada le hizo sentirse mejor. Hasta que…
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