Al entrar
La casa estaba en buen estado, teniendo en cuenta su antigüedad. Era evidente que la habían cuidado mucho. Cuando se acercaron a la puerta principal, Martha respiró hondo e introdujo la llave en la cerradura. La puerta crujió al abrirse, revelando un interior bien conservado. Era una cápsula del tiempo viviente, una colección de momentos congelados en el tiempo. Entraron y las tablas del suelo gimieron bajo su peso.
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