Esperando
Los minutos le parecían horas a la impaciente mujer. La espera era insoportable. Le encantaba actuar por sí misma, pero eso no acabaría bien en esta situación. No podía hacer nada. Lo único que esperaba era que la policía llegara a tiempo y, por suerte, el agente con el que habló por teléfono se tomó en serio su llamada, porque el timbre de su puerta sonó al cabo de unos ocho minutos.
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