Acomódate
Y así, mientras se instalaba de nuevo en su tranquila y apacible casa. Y quién sabe, tal vez algún día las ardillitas volverían a su jardín, y ella estaría allí para verlas abrazarse una vez más. Pero este no fue el final para Mia, porque una semana después recibió en el buzón un cariñoso recuerdo de aquel fatídico día.
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