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Compartiendo una risa
Al entrar en su casita, Mark no pudo evitar reírse de la situación. La idea de acoger a un adolescente al que no había invitado era tan absurda como divertida. Sacudió la cabeza y su risa resonó en la compacta habitación. El inquietante silencio fue sustituido por una sensación de calma y serenidad. Se dio cuenta de que su pequeña casa había tocado otra vida de una forma que no había previsto.
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