Adentrarse en la naturaleza
Douglas desembarcó del avión, con una refrescante brisa nocturna rozándole suavemente la cara. Recogió su tienda en el carrusel de equipajes y se tomó un momento para orientarse. Su objetivo era adentrarse ocho kilómetros en la naturaleza desde el aeropuerto. El aeropuerto bullía de actividad, una sinfonía de parloteo incesante, coches que tocaban el claxon y gente apresurada. Pero él no quería estar allí.
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