Un viaje solitario
Le acompañaban el susurro de las hojas, el suave soplo del viento y la armoniosa sinfonía de las criaturas nocturnas. En el sentido más estricto de la palabra, se adentraba en la naturaleza. Había dejado atrás la civilización. Su única guía era su instinto, su brújula y el millón de estrellas que cubrían el cielo. Encontró un lugar adecuado y montó su tienda, un proceso sorprendentemente fácil dada su anticipación.
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