Puesta en marcha
Con un rugido ensordecedor, el motor cobró vida, cortando el silencio que había cubierto el pueblo desde el amanecer. Bryan tomó el timón, navegando la embarcación con una confianza inesperada, alejándola de la orilla y adentrándola en el corazón del río. Alex, por su parte, se afanaba en preparar el equipo fotográfico. Con cada ola que salpicaba la embarcación, sus latidos se aceleraban.
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