Mantener la fe
Cada susurro en los arbustos, cada ondulación en el agua, hacía latir con fuerza sus corazones. A medida que pasaban las horas, la sensación de ser observados no disminuía. Por el contrario, se hizo más fuerte, envolviéndolos en una atmósfera de expectación. Se sentían como si estuvieran en el precipicio de una revelación, al borde de una verdad que había permanecido enterrada durante siglos.
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