Llegada a
El equipo del santuario llegó como había prometido. Los profesionales estaban bien equipados y se movían con una eficacia silenciosa que resultaba sobrecogedora. Bajo su atenta mirada, las águilas arpías fueron trasladadas suavemente de su nido pantanoso al santuario, donde dispondrían de un entorno seguro para incubar y criar a sus polluelos. Bryan y Alex, con la adrenalina disminuida, se miraron con una sensación de logro.
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