Sin mucha ayuda
Todos estos pensamientos hicieron que Lindsey entrara en pánico. “Quizá deberíamos volver a llamar a la policía”, sugirió. Sus ojos recorrieron la habitación, medio esperando que apareciera el ladrón. Flint y Carl negaron con la cabeza mientras la tranquilizaban. Confiaban en poder resolver el problema por su cuenta, y señalaron que la policía no había sido de mucha ayuda. El problema era suyo, y su conocimiento del búnker les daría ventaja. O eso creían.
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