Viaje misterioso
Esta vez el mar parecía diferente. El juguetón chapoteo de las olas parecía encerrar un elemento de misterio. A cada brazada que daba, Brian sentía que el corazón le latía con más fuerza. Mientras seguía al delfín, éste se mantenía a 5 metros de él, girándose periódicamente para asegurarse de que le seguía. Era un pacto silencioso entre el hombre y el animal, tejido por la confianza y la curiosidad.
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