Vida sencilla
Él mismo pasaba los días manteniendo la casa de la calle Elm, conservando vivos los recuerdos de su abuela y de los tiempos que compartieron. Era un santuario para él, lleno de amor, bondad y recuerdos que calentaban su corazón. La casa era un símbolo del amor y la generosidad de Martha. Y el hecho de poder vivir allí le bastaba.
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