Llamada inesperada
Al día siguiente, cuando el sol empezaba a descender, la relajación de Henry se vio interrumpida por el estridente timbre de su teléfono. Levantó el auricular con un gruñido de fastidio y el ceño fruncido mientras murmuraba un lacónico “hola”. Su voz estaba llena de emoción y un toque de ansiedad.
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