Promesa de llegar
“De acuerdo, allí estaré”, aceptó Henry tras un momento de vacilación. Colgó el teléfono y su mente bullía de preguntas. No podía imaginar qué podía haber en el coche que provocara semejante reacción. Se encogió de hombros, recordando que pronto lo averiguaría. Volvió a su garaje y eligió uno de sus coches antiguos.
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