Desafío aceptado
Empujó, tiró y golpeó, pero nada parecía ceder. Pero James no era un hombre que se echara atrás ante un reto. Hasta altas horas de la noche, trabajó sin descanso, utilizando todas las herramientas a su disposición para abrir el obstinado panel de la puerta. Tenía las manos doloridas y le dolía la espalda, pero su espíritu era inquebrantable. Su mujer miraba de vez en cuando por la ventana.
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