Sin suerte
James McAllister, un antiguo propietario de una pequeña empresa de 40 años, había caído en desgracia. La crisis financiera había hecho estragos en su próspera empresa de construcción, reduciéndola a poco más que un montón de deudas y sueños rotos. A medida que su empresa se desmoronaba, también lo hacía la vida de James. Sus ahorros estaban agotados, su casa al borde de la ejecución hipotecaria, y su mujer y sus hijos adolescentes apenas disimulaban sus preocupaciones tras sonrisas esperanzadas.
Page 2 of 40