Encuentro con la manada
El miedo a la reacción de los lobos le contuvo, pero no pudo ignorar la llamada de Epona. Dejando el miedo a un lado, se dirigió lentamente hacia el caballo. Se acercó con cuidado, cada paso era un riesgo calculado. El corazón le latía con fuerza en el pecho cuando llegó al círculo de lobos y a Epona. Sin embargo, no atacaron. En cambio, lo observaron, sus ojos amarillos sin parpadear mientras se acercaba…
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