Carrera
Edward extendió la mano con cuidado. La mano le temblaba ligeramente cuando volvió a acariciar la suave crin de Epona después de todo un año. La yegua se acurrucó contra su mano, con ojos cálidos y confiados. Era como si le dijera que todo iba bien. Por un momento se olvidó de la aterradora situación en la que se encontraba. Pero eso cambió inmediatamente cuando miró a la derecha…
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