Siendo testigo de ello
“¿Te… te gustaría verla?”, preguntó finalmente. Isabella le miró, con lágrimas de alegría brillando en sus ojos. “Sí”, dijo, con la voz apenas por encima de un susurro. “Me encantaría” Condujeron juntos hasta el terreno, y Edward observó cómo Isabella veía a Epona entre los lobos, igual que él había hecho antes. Al principio, su expresión era de asombro…
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